Yo sólo buscaba ser feliz.

Yo sólo buscaba ser feliz.

Y siguiendo mi camino tuve que vagabundear por esquinas oscuras donde iban mecánicamente mis tambaleos. Tuve que estrellarme una y otra vez contra mis caprichos vanos que me regalaban satisfacciones fugaces.

Tuve que sufrir.

Fiel a mi camino tuve que tocar el fondo de mis abismos a donde me llamó insistente mi intuición. Tuve que enfrentar los demonios miles que me acosaban, entrar de lleno dentro de mí a la fuente de mi sufrimiento.

Tuve que comprender mi dolor.

Entregado a mi camino tuve que asumir la responsabilidad de mi desorden que sacude mis emociones entre apego y rechazo. Tuve que reconocer que negro y blanco son un único e inseparable color y que para ser feliz tenía que aceptar mi miseria.

Tuve que ser ecuánime.

Más claro mi camino tuve que abandonarlo todo en este mundo de ilusiones. Tuve que renunciar a mi búsqueda de ser feliz e incluso a mí mismo que buscaba ser feliz.

Tuve que rendirme.

En paz sobre mi camino tuve que volver al mundo para amarlo sin condiciones. Tuve que renunciar también a mi renuncia para continuar caminando en esta bendición de vida que me regala dolor, placer y el espacio para experimentarlo todo.

Tuve que vivir.

Yo sólo buscaba ser feliz.

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