Ya

Un día desperté y descubrí que soy adulto.
El niño que yo era había dormido, y mecánicamente seguí funcionando.
Ese robot en el que me convertí se movió según lo que creyó que el niño quería, guiado solo por la sensación de angustia, la pesadilla de querer despertar y ser responsable de lo que hacía, pero incapaz de encontrarse.
Pero abrí los ojos, y era un mundo nuevo, en el que yo no tenía nada que ver. Todo estaba ya construído.
Tenía un cuerpo maltrecho, una vida miserable, sueños frustrados, la inevitabilidad de la muerte tronando a mis espaldas. Sin embargo permanecía el deseo vivo de ser feliz.
Ahora sí puedo moverme. ¿O no? ¿Hasta cuándo la mecanicidad de mi psicoloǵia herida va a regir las acciones de mi vida?
Sentado reflexionando, miré en todas direcciones. ¿Hacia dónde ir? Si ese camino no es malo, como lo indica la razón, ¿por qué no estoy yendo por ahí? Si aquel no me lleva a nada, ¿por qué no puedo salir?
Paciencia, mi buena persona. Yo estoy aquí.
Cuando salga el sol, proseguiré mi avance.
El niño saltó, reclamando. El padre se impuso, callándole.
Yo miraba, compartiendo la tristeza con todos mis personajes.
Pero la realidad cruda ya me había atrapado. Y es imposible evadirla. Así que mantuve abiertos los ojos escarbando las tinieblas.
Confía, me decía la voz, nutriéndome de confianza. Yo estoy aquí.
Así que esperé con calma, a pesar de mi necesidad de correr.
Suavemente el cielo empezó a clarear.
Empecé a ver cuántas creencias habitaban mi hogar, dificultando mi respiración.
Conté los monstruos que movían mecánicamente mis pisadas.
Cada tensión, cada intención.
Cada suspiro forzado por historias que ya no tenían sentido porque se sustentaban de mi inocencia.
Con un rayo de sol se desvanecen los miedos.
Puedo cuestionar, puedo elegir.
Puedo detener la historia de mi vida y comenzar de nuevo.
Renovar mi cuerpo, limpiar mi mente, no volver a dormirme.
La energía de la vida pulsa mis músculos abriendo camino. Primero dentro de mi, luego animándome a romper patrones y dejar de mimarme dentro del confort de mis costumbres.
No hay muchas opciones, hay un solo camino: El mío.
Tan mío que está repleto de compañía. Tan egoísta que me aleja de mi persona para que vuele mi alma libre y despegue hacia la altitud nevada pero florecida de las montañas.
El sol, luego de sobrepasar sin esfuerzo la oscuridad, se toma su tiempo en despejar la niebla.
Hoy ya amaneció.

Categories:

No Responses

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *