¿Y qué ideas llenan tu mundo? ¿Qué pensamientos se fortalecen de tu energía? Efímeras polillas relampageantes que encuentran un hogar sin jefe en tu estructura mecanizada de rígida racionalidad. ¿A qué convicciones rindes sumisión defendiéndolas como verdades?
Mira con atención aquello en lo que crees. Sólo palabras, sólo colores, sólo emociones. Y tú, sin reflexión, les das el mando de tus acciones. Te ciegas ante sus discursos, te entusiasmas con su vistosidad. Aquello de lo que estás seguro y en lo que basas tu vida, es nada sino un visitante fugaz que te ilusiona al filo del precipicio.
Distánciate de tu mundo sin irte a tu luna. Transforma con alegría la niebla de tu cabeza en la claridad de tu corazón. Desarrolla la confianza en ti cuestionando todo lo que dices ser. Deséchalo todo lo que puedas desechar, y también todo lo demás.
Entonces queda la libertad abstracta y la realidad concreta. Entonces quedas tú desnudo ante el infinito. Entonces, sin límites, eres.
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