Y al decir: “!Fue el ego, fue la mente, fue el sistema!”, tragué saliva.
Sabía que había sido yo, nadie más.
Sabía que era mi responsabilidad.
Sabía que todo concepto filosófico/espiritual era solamente una excusa evasiva.
Yo, en plena autoridad divina y libre albedrío, me equivoqué.
Entonces, sólo entonces, me decidí a aprender.
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