Un agujero de desorden se nutre de nuestras propias amarguras.

Un agujero de desorden se nutre de nuestras propias amarguras.

Tan sólo nos brinda el sabor intangible que da la esperanza de pronto salir.

Y aferrados a la esperanza, no remontamos nunca la cima.

Tormenta de emociones nos ocultan el horizonte.

Y aferrados a la ceguera, nos nutrimos de emociones vanas.

Entretenidos en ser víctimas, sólo atinamos a agredir.

¿ Y en dónde está la paz que merece nuestra dignidad de seres?

¿En dónde está el sol que nos saluda cálido y silencioso cada mañana?

Miremos dentro de nosotros.

Aquí dentro está la vida que anima e ilumina nuestro existir.

Aquí dentro están la felicidad, los recursos y el entusiasmo de vivir.

La belleza de todo nos rodea, nos impregna, emana de nosotros.

No hay en dónde más buscar la plenitud que es nuestro derecho.

Abramos nuestro corazón que se ahoga de nuestra confusión.

Permitamos la luz de nuestra inocencia brillar por sobre montañas, campos y ciudades.

Permitamos que el perdón bañe a todos los seres y situaciones que percibamos.

Entendamos el juego del mundo para jugarlo entre puras sonrisas.

Seamos el amor que lo ve todo, que a todo agradece, que en todo lo calla.

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