Traerme

Porque puedo tener todo el poder del mundo, ser el galán más exitoso, puedo gobernar los bancos internacionales y ganarle a los vientos del hades, pero si no tengo amor, nada soy.

Y puedo creer en las fantasías más hermosas, montar sobre unicornios rosas invisibles, y ser el elegido por las divinidades supremas de la existencia, pero si no conozco la verdad, los sueños se desvanecen a la mirada y el oro de mis espuelas se enreda entre los pantanos de mi realidad.

Mira, que hay principios. No son reglas que un padre castigador me impone. Es mi conocimiento interno de hacia dónde quiero ir.

Y es que muchas de mis acciones revelan falta de honestidad. Y mi actitud demuestra falta de amor.

Dado que no soy lo que quiero ser, ¿me he de castigar por ser víctima de mi sistema automático de impulsos y antojos reptilianos? ¿Debo disciplinarme para conseguir la meta futura de ser lo que quiero ser, para conquistar como guerrero el cuello de las serpientes que carcomen mi estómago? ¿O he de aceptarme tal como soy para estar en armonía conmigo mismo y que el niño crezca por sí mismo?

Arduo es el camino, porque no sé caminarlo.

Me olvido de mí mismo y me olvido de los principios que rigen mi estrella. Y tropiezo por despreciar lo que merece aprecio, y caigo por renegar el haber tropezado despreciando la vida misma.

De dónde me agarro cuando solo veo oscuridad a mi alrededor, cuando no hay nadie junto a mí ni la luna se digna en iluminar los matorrales en los que entré sin rumbo en mis traspiés?

Aunque los niveles densos de mi humanidad se extravíen sin remedio en su búsqueda, quiero ante todo claridad, para poder percibir la santidad de cada instante. Quiero que florezca la alegría por donde paso y las flores den belleza a los recorridos de mi viaje fugaz.

Quiero encontrar la quietud de mi alma y llenar mi cuerpo de gozo, tanto que cada paso sea un brinco de júbilo y se abran las alas de mi voluntad certera.

No, no se trata del camino, ni hasta dónde puedo obligarme a caminarlo. Se trata de quién soy y cuánta lealtad me tiene mi corazón, como para penetrar el dolor que me acosa y tocar el fuego que hace latir mi pecho.

El principio de la vida es que lo que ocurre en ella es lo único que existe pero pasa tan rápido que no existe realmente, que lo que se queda conmigo es lo que yo soy naturalmente sin esfuerzo que le retenga.

A ese brío que enciende mis venas, a eso le soy leal. A la sonrisa sincera, a la chispa que producen los sacrificios, a la salud de respirar con toda la profundidad que pueda experimentar un organismo que agradece estar vivo. A que reine la confianza y la sabiduría, y la sana convivencia en el camino hacia el sol en total honestidad de alma.

A vivir bien, pensar bonito y cantarle al amor, a esto le doy mi lealtad. Esto soy.