!STOP!

!Stop!

    Paro el mundo. Con toda mi presencia al frente, le rehuso al mundo y lo logro detener.

De un improviso todo deja de transcurrir, todo desaparece. La pantalla resplandeciente en la que se despliega el movimiento del mundo, se sacude en un cortocircuito.

Una vez el mundo se ha apagado, las criaturas de la noche salen a descubierto. En la calma total de no transcurrir un mundo, algo se empieza a percibir. En el silencio absoluto de la nada, algo ocurre.

Es un océano de vida que vibra en lo más ínfimo de todas las cosas. Es una expansión de conocimiento más cerca de la consciencia que hace que ocurra un mundo.

Y es que la consciencia puede existir sin un mundo, pero el mundo no puede existir sin mi consciencia. ¿Qué está más cerca de la realidad de mí? ¿El ocurrir de un mundo o a quién le está ocurriendo?

Logro apagar el mundo y no existe nada, sino que entonces yo sí existo. Al yo existir sin el mundo, llego a reconocer que yo no soy el ocurrir del mundo. No soy nada mundano, ni nada celestial. No soy nada humilde, ni nada elevado. No soy nada de lo que pueda contarte bajo historias que pertenecen a un mundo.

!Yo!

,     digo. Y como a veces hay yos ficticios que vagan por el mundo, el yo que digo no es sino un yo que escuché diciendo al mundo. ¿Quién soy yo, detrás de las cámaras? ¿Quién, dentro de todo un mundo interior de quienes, es más auténtico que cualquier quién en el mundo?

El mundo se detiene pero la vida continúa observando al mundo detenerse. Ese que observa a todo detenerse, ese nunca se detiene.

!Om!

   Detengo al mundo. Él no importa ya. Yo estoy aquí.

stop

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