Sí, así es

No, no existe el tiempo.

Pero nuestra carne seguirá acumulando arrugas, y aumentarán las canas por cada sudor de nuestra frente. Y contará su historia el personaje desde que nació hasta cuando se proyecte morir.

Y no, no son reales el bien y el mal.

Pero nuestra consciencia clamará por la sangre de los inocentes. Nuestro ímpetu más esencial de vida amará la bondad, la verdad y por sobre todo, la vida. Y cuando fallemos, nuestra dignidad enderezará nuestro camino siempre rumbo al sol.

Y sí, el mundo entero es un sueño.

Pero se erizará nuestra piel ante el enemigo que legaliza nuestra muerte. Y lucharemos con toda el alma por restaurar un utópico orden en nuestra convivencia humana. Y las arrugas y las canas cederán ante el realismo de nuestras preocupaciones.

Pero no, nada importa.

No importa si sufro, si me odio, si me matan sin preguntarme, si me pierdo deambulando sobre mis emociones obsesivas. No importa si me reconcilio, dándome cuenta que nada importa. No importa si vivo en paz en medio de un mundo ardiendo. Ni importa tampoco si la paz que es mi posibilidad se hace la posibilidad de todos.

Al final, y desde el principio, nunca dejamos de ser Uno.

Lo que sea que estamos experimentando, lo que sea que está ocurriendo, quien sea que está soñando. Somos libres, porque no es real ese sueño en el que no lo somos. Somos libres porque así podemos reconocerlo conscientemente. Somos libres porque no excluimos ninguna posibilidad para el mundo, más allá del bien y el mal, más allá del tiempo, más allá del mundo.

Y sí, todo está bien.

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