"Quiero ahora escucharme", dije.

“Quiero ahora escucharme”, dije. Y eso fue lo primero que escuché.

Escuché miles de voces, unas invitando, otras asustando. Pensamientos, luces, emoción. Locuras, desaciertos, amor. Personas múltiples que dicen que existen dentro de mí.

Escuché entonces la voz de cada persona, de cada voz. Escuché la voz que decía que yo era esa voz. Y escuché la voz que le creía. Escuché también cómo cada voz sin excepción se desvanecía bajo el viento.

Escuché así qué hay tras cada voz. Y cada voz perdió mi credibilidad. Y cada voz perdió poder. Y mis personas múltiples fueron escuchadas tal como son, tan solo miles de voces que resuenan en el universo.

Escuché que tras cada voz hay puro silencio. Un silencio que lo escucha todo. Un silencio que no está callado, sino que es silencioso porque todo lo que no es silencioso es escuchado por el silencio.

Y escuché la voz del silencio decirme: “¿Puedes escucharte, tú que lo escuchas todo?”

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