Posibilidad

Si tan solo pudiera dejar de esconderme de los monstruos de mis pesadillas bajo el peso de mis párpados, y abrir los ojos a la claridad cristalina de lo que es.

Si me diera permiso de sentir los resquemores de mis pensamientos vagos y el ardor reberverante que el miedo a la vida me hace vibrar. Y ser testigo incondicional de mis angustias, y observar con la misma autoridad el fuego de mis alegrías.

Si me atrevo a abandonar el mando de mis ejércitos, sabiendo que si dejo a la respiración respirar sin mis intervenciones, seguiré vivo respirando. Y confiando en que no me hundiré más allá de lo que la Tierra me sostiene impecable.

Si una estrella cae del cielo, y llueve tormenta sobre mí, y se hace resbaloso el camino de ascenso mientras se afanan mis piernas y mi corazón asume el reto de vivir con la intensidad del relámpago y la paciencia de una flor.

Y así se encendería el brío de mi voluntad para acallar cariñosamente los fantasmas de mis recuerdos, y levantaría diligente la fuerza de mi espalda honrando que la existencia es única y está ocurriendo aquí.

Mi voz cantaría cabreteando en celebración al eterno resplandor de la quietud, conectada ahora al coro múltiple del universo único que me rodea y me expande.

Pisaría desafiante el cardizal de mis tristezas para rendir ante la vida la única actitud en la que es gozoso vivir: sonriendo.

Pintaría de verdor y de luces cada paso que se cruce ante mí, ecuánime y firme en la tarea interminable y exultante que es siempre agradecer.

Y seguiría caminando, justo desde donde estoy.