Porque vine al mundo a experimentar dolor.
Sentir la tristeza, la rabia, la impotencia, la envidia, el desespero. Clamar por la herida que forma mi ego. Recibir sobre mí el ímpetu de las olas que me derriban y la astucia imperceptible de la brisa que se cuela por entre mis descuidos.
¿Y qué haría yo con todo eso? Aprender.
Detallar de qué color son las fuerzas que me zarandean. Notar la inconsistencia de mis creencias que me convencen. Saber en mi carne qué es ahogarse en mi vaso de agua y revolcarme en mi inconsciencia.
Superarme. Surgir por entre las falacias. Comprender de entre mis delirios. Abrir mi corazón por entre mis terquedades. Relajar mis torpezas. Levantar el peso de mis párpados.
Y así entonces ver el cielo que lo cubre todo y la alegría que vive en todo.
Porque vine al mundo a experimentar amor.
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