Oscura voluntad

Lo acepto, no sé vivir.

Lo acepto, acepto mi dolor.

Porque, ¿es vivir, permanecer absorto en el dolor, cobijándole sonrisas de color esperanza, buscando algún agente o evento al cual culparle, agachando mi espalda para llorar mi rodilla herida, perdiendo ante cada meta a la que quiero llegar?

Vivir es estar vivo, efectivamente. Aunque esa vida consiste en transitar hacia la muerte.

Pero al decidir resguardarme de mis penas, me ciego a ellas, y fragmento la totalidad de mi ser en una dualidad opuesta entre sí. Por un lado buscando paz, por el otro luchando sin estar en paz con que estoy luchando. Por una parte acatando una luz que me promete la alegría de volver a la totalidad de mí, por la otra negando complaciente que soy la fuente de mi oscuridad.

Y así mi vida se ralentiza, y mis ganas de vivir chocan con tristezas que pesan sobre el alma, y mi dolor clama por ser escuchado mas no solo proyectado hacia aquello con lo que estoy chocando.

¿Podré entonces levantarme sobre mi rodilla herida, enderezar mi espalda y defender la dignidad de mi ser? ¿Irá el destino a respetar la dirección de mi voluntad, alguna capacidad en mí de hacer lo que quiero?

Nada pierdo al intentarlo todo.

El mundo en el que estoy jugando es abierto, nada en él hay prohibido. No hay ninguna meta a la que llegar más que las que yo decida que son metas a las que llegar. El horizonte que me guía está proyectado hacia los confines de mi imaginación, pero yo estoy aquí ahora, justo donde quiero.

No pierdo nada al aceptar que he perdido porque nací teniendo nada y porque el dolor que es parte fundamental de mí no cesará jamás, ni por más que le niegue ni que rechace aquello con lo que estoy chocando.

Acepto mi vida. Acepto mi muerte, Acepto que no sé transitar de una a otra sin morir en el intento. Acepto también mis ganas de vivir, que arderán hasta el fin. Así es como lo quiero.

Cada momento que he experimentado ha sido preciso para yo estar donde estoy, aunque mi voluntad siempre estuvo fragmentada, aunque siempre caminé buscando sueños de horizontes mientras huía de mí.

Caeré pues, chocaré. Pero levantaré estas ganas de vivir, y seguiré internándome en la oscuridad para conquistar aquellos terrenos de mi consciencia hasta el día de mi muerte, y desde allí encenderé la luz que siempre ha sido parte fundamental de mí.

No porque sea una meta, sino porque así lo quiero.