No cierres los ojos ante el humo que se levanta.
Ábrelos bien, aunque te ardan.
Mira el origen de las lacerantes cenizas.
Y sopla de tu aliento para que arda fuego vivo en su lugar.
No cierres los ojos ante el humo que se levanta.
Ábrelos bien, aunque te ardan.
Mira el origen de las lacerantes cenizas.
Y sopla de tu aliento para que arda fuego vivo en su lugar.
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