Mi alegría

Así como me chamusco por entre las salamandras y ahondo en el mar, a mis pies les gusta recorrer las montañas y mi mirada se place en volar sobre realidades de texturas inimagibales.

¿Qué insondable trascendencia dibujó la historieta de un irrelevante caminante en su búsqueda de un poco de comprensión en este mundo insensible?

Así se pregunta mi mente creativa: ¿qué pasará a continuación? Estudiando posibilidades, dándole vueltas al guión, que está en blanco bajo mi mano.

No sé para qué vine ni me importa adónde voy. Pretendo sabihondo que quiero ir adonde voy, pero en cambio estoy acompañando la fuerza de mis piernas al moverse y acompasando la cadencia de mi aliento a la energía qué irradia el estar vivo.

!Estoy vivo! Podrán ser tremendamente densos los humos que el mundo exhala durante su cocción, pero, qué demonios, estoy vivo. Podrán sentirse opresivos los pantanos de la soledad, pero estoy aquí para tocar con mis fibras la experiencia de ser humano. Así mamífero, así carente, así honestamente defectuoso, así palpando infantil la contextura de la tierra con los dedos de mis pies.

¿Y qué más podría hacer sino dar todo de mí? Porque ser incansable no es no cansarse, es seguir retozando bajo la aguas. ¿Qué podría hacer más que reírme de mí? Si me embarro, si no aprendí a caer, si un día amaneció nublado. ¿Qué podría importar lo que me pase en el mundo si ya me tengo a mí mismo?

Pero que no me olvide también de danzar. Así como convivo con todos los demás, así es como me tratan las voces de mi cabeza, hurgando las heridas de mi alma. Y así honro la herencia nunca perdida de mis ancestros en mis venas: zapateando junto con todos los demás. Que mi rebeldía social no apañe la celebración de que dentro de mí arde incansable el fuego de mi corazón.

Haré arte de mi vida, eso haré. Sin agujeros de guión, dibujaré las aventuras de un personaje que no hará nada en el mundo sino crecer. Que explore, descubra y recuerde. Que sienta dolor, gozo y paz. Que sienta estar vivo sin importarse a sí mismo. Que la vida le sorprenda en cada sensación, y le guíe en cada acción.

Lleva en su pecho el estandarte del guerrero para que agradezca la incomprensión del mundo como un juego desafiante del que no se puede acobardar. Presto el acecho sosteniendo firme el rumbo, y así el deleite de la gloriosa experiencia de ser humano.

¿Y qué realidades inimaginables tantearán mis pies hoy?