Me obturo en tanta actividad.

Me obturo en tanta actividad. La eternidad propagándose en vaivenes efímeros me colma y me baquetea. Pasmado, estallo en llanto arrepentido por desaciertos en los que estoy convencido que reincidiré. Soy nadie sino que mi cuerpo está bajo la dirección de la nada terrible.

Pero vuelvo, tomo medicina y me pongo a reflexionar. Me reencuentro con mi centro. Aquí donde yace el ser eterno. Firme, sólido, inconmovible, incompasible. Encuentro que soy yo el que lo mira todo. Desde aquí anclado oriento mis energías de vida a la acción.

Sin espectáculos, sin glorificación, y sobre todo, sin complacencias. Puro agradecer en maniobras rápidas e impecables. Ninguna sensación abrumadora tachará por mucho tiempo la agudeza de mi acecho.

Contento, abrazo la transitoria tormenta como mi amado campo de batalla. Satisfecho, recibo la crueldad del mundo como mi predilecto campo de paz.

No Responses

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *