¡Lo siento!

 

Sensación de sensaciones, todo es sensación.

Desde la fuerza más irracional -el miedo-, el refugio más tenebroso -la creencia-, hasta la intuición más creadora -despertar-, todo es, para mi experiencia humana, solamente el despliegue de sensaciones registradas en el ojo de mi consciencia.

¿Cuántos pensamientos me parece ver revoloteando a mi alrededor? ¿De cuántos me dejo llevar asumiendo para mi sus verdades parciales, cabalgando sobre ellos como si yo no tuviera mi propio centro? ¿Cuántas figuras, suposiciones, emociones y más delirios se permite mi imaginación mostrarme como si estuviera yo viviendo películas paralelas en el transcurso también imaginario de un instante?

Pues nada de esto existe, por más vívido que yo lo tenga anotado. No existe una mente, ni como agente que me suplante ni aun como mecanismo que repita mis hábitos. Yo lo hago todo. No existe la mente, sino nada más una pantalla en donde yo proyecto aquello que quiero ver gráficamente.

¿De qué puedo dar testimonio entonces, acerca de mi experiencia humana? De nada más que sensaciones. Mi expresión humana se desenvuelve en el plano físico y cualquier otra realidad posible es observada desde mis sentidos físicos.

¿Que si estoy rodeado de pensamientos? Sí, aquellos que yo estoy proyectando, inspirados en una percepción más íntima. En alguna parte de mi cuerpo es donde ellos transitan, tal vez en forma de calor, tal vez como una tensión, tal vez un nudo. Algo aprieta dentro de mí y esto lo concibo como un pensamiento revoloteando mi mente.

Y cada punto de mi cuerpo se relaciona con un punto en ese espacio que yo llamo mente. Podría ser que un dolor de espalda sea para mí un peso emocional que me abate, o podría ser que una vibración en mi pierna derecha me haga soñar con un caballo blanco que recorre la pradera. Una diminuta pero insistente tensión en mi cabeza frontal representaría una obsesión acerca de un préstamo pendiente, o un vacío en mi estómago señalaría que tengo miedo a dar ese paso decisivo.

Un universo tan grande existe dentro de mí, y puedo sentirlo. El universo completo existe dentro de mí y está a mi alcance percibirlo.

Y la inmediatez en cómo lo percibo me da la lucidez para procesar esto que estoy sintiendo. Porque, cuando no me detengo en saber que lo que percibo está ocurriendo aquí adentro, me voy hacia afuera. Quedo hipnotizado por lo colorido y elocuente que son esas imágenes que estoy proyectando y me olvido que son mis propios dibujos, que aquellos pensamientos no son reales sino que manifiestan algo más terrenal, algo más presente.

A este deslumbramiento lo llamo creencia. Al dejarme llevar por mis pensamientos, al identificarme con aquellos ojos limitados por una perspectiva nublada y ajena, al convertirme en un personaje inventado que está protagonizando un cuento de hadas irreal, digo entonces que me desenfoco de mi centro. Como consecuencia, mi cuerpo se llena de contracturas, mis músculos se endurecen de estrés, mi cerebro se embota de angustia.

Mientras tanto, ¿en dónde estoy yo, como ser humano? Sigo aquí, justo donde está mi cuerpo. Las sensaciones siguen ocurriendo, aunque yo no las esté escuchando. Los procesos físicos que son parte de este desenvolvimiento de vida siguen sobreviniendo, aunque yo esté abstraído en cientos de ocurrencias y distraído en miles de emociones.

anatomy

Creía yo que ser espiritual era trascender dimensiones y viajar por los espacios de cielos de deliciosa sublimidad. Creía yo que evolucionar era ser superior a los sentidos de mi cuerpo, elevándome hasta divinidades perfectas. Creía yo, atontado de mis creencias, resistiendo mis dolores, adicto de mis placeres.

Sin embargo, todo está ocurriendo aquí. Aquí está mi maestría, aquí está mi dolor, aquí están también todas mis distracciones. No existe otro lugar donde nada pueda transcurrir. Y lo más importante, aquí estoy yo, que no estoy transcurriendo sino observando todo lo que transcurre frente a mí.

Puedo aterrizar con solo observar lo terrenal que son realmente mis vivencias. Puedo expresar el poder de mi presencia con solo permitir que la vida sea como ella quiere ser. Puedo sonreír en medio de la tormenta con solo contemplar la calma que brilla en el centro de mi ser.

Puedo despertar con solo sentir, sin preferencias, mis sensaciones.

 

No Responses

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *