Llamado

Ven, encuéntrate. Tu vida depende de ello.

Descubre la profundidad en la que se enraizaron los monstruos que exigen tu tributo.

Ven y palpa con el dolor de tu pecho la realidad de la vida sin prisma ni pasado que le distorsione.

Vuelve al cuerpo en el que naciste. Fuera de él eres todo lo que quieras soñar, así que para volver a entrar debes renunciar a tus sueños. Para despertar, debes renunciar al soñador.

Contempla los abismos desde lo alto y las cumbres desde las penumbras. Observa los matices y las imperfecciones. Digiere con la fuerza de tu tormenta, lo estruendoso de tus relámpagos.

Ven aquí y mira qué tensión en qué músculo está empujando el aire que te lleva como hoja al viento.

¿En qué mundo estás en el momento en que deja de sonreír tu corazón? ¿Es acaso caro el precio de estar vivo, vivir sintiendo el dolor que provoca vivir, a cambio de vivir? ¿Por qué prefieres la luna y las estrellas a esta Tierra verde y vibrante?

Relájate nomás. Nomás ríndete. Como si fueras a acostarte esperando que te cubra el sueño para dormir, así levántate y espera a que llegue el sol del despertar.

Así sin esfuerzo. Así. Es cuesta arriba, por tanto déjate caer.

Así dándolo todo. Eres nada, por tanto deja que el abismo te bañe de su infinitud.

Suéltalo todo para serlo todo. Aquí puedes construir sobre piedra, puedes disfrutar cada atardecer con la luz de una vela, puedes conquistar los mares y las selvas.

Puedes alcanzar las cimas más desafiantes y sobrevolar las estrellas más tintineantes.

Solo si estás aquí.