La verdadera historia del Génesis. Parte Dos

En este principio de cosas, Dios no es un dios. Dios es dos.

Arriba y abajo es Dios. Masculino y femenino es Dios. Absoluto y manifiesto es Dios. Mutable y eterno es Dios.

El Dios luminoso vive en las alturas, sentado impasible, observándolo todo. Pueden ocurrir milagros, desastres, civilizaciones, muertes, transformaciones, fin del mundo. Él solo mira.

La Diosa es madre. Tierra, Universo, Creación. Por Ella es que todo existe, todo se mueve. Por Ella es que todo nace, y a Ella es a donde todo muere. Ella es la expresión de Él.

Y a Su imagen y semejanza lo creó todo. La fractalidad es una regla inviolable. De entre muchas especies, la humana nos compete particularmente. A la imagen de Ella y a semejanza de Él, fuimos creados. Del barro, fuego y aliento divino, fuimos creados. Mujer y hombre, fuimos creados. Dos, fuimos creados. Iguales a Dios, fuimos creados.

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Mujer y hombre nos complementamos, aunque ni mujer ni hombre están incompletos. La Mujer es Tierra, el Hombre es los Cielos, aunque ninguno está por encima de ninguno. La Mujer es el Corazón, el Hombre es las Mentes, aunque ninguno está más al centro que ninguno. La Mujer es el cobijo de la noche, el Hombre es las actividades del día, aunque ninguno es más luminoso que ninguno.

Y la expresión de la Dios madre, se acercó a la Mujer. Tal vez se acercó a ambos, pero el Hombre no la vio, distraído mirando los cielos. La Mujer se sentó en la tierra y se comunicó con la serpiente.

La Diosa madre serpiente le propuso así un reto:

“He aquí que será de noche. No porque la oscuridad sea reina, sino porque hay día y hay noche. He aquí que será hora de dormir. Te parecerá tal vez sufrir con el dolor de tu frente, tal vez te sientas parir con el llanto de tu vientre. Dormirás y jugarás al infierno. La oscuridad te hará creer que sabes, y el peso de la dualidad caerá sobre ti. El bien y el mal serán tu mundo, ya que el mundo es dos.

Pero entonces amanecerá. Dormirás pero deberás despertar. Morirás pero deberás resucitar. Y en la hora más oscura, yo misma te sacudiré. Me internaré en tu mente para que inventes civilizaciones, para que montes guerras. La tecnología te apartará de mí, el desarrollo te perderá. El sistema te oprimirá, la política te masacrará. Así pues reaccionarás y abrirás los ojos. Así entonces observarás la luz del sol calentando tu pecho. Entonces, serás como Dios.

Y así, eones después, estamos despertando. Las historias son un sueño, la noche es un sueño. El hombre y la mujer, somos un sueño. El Dios y la Diosa, son un sueño. Al despertar, somos uno, no dos. Incluso mejor que uno, incluso mejor que cero. Somos el Dios, somos también la Diosa. Somos nada.

El viaje continúa

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