La batalla enardece la piel en azares y miserias…

La batalla enardece la piel en azares y miserias que nos desconsuelan tímidos bajo enemigos que con íntimo matrimonio plasman la vida en una chispa de soñares. Enérgicos combaten los polos cargando de su magnetismo la tridimensionalidad de nuestras percepciones. La guerra es una danza que zigzaguea hacia el reflejo de la unidad.

Somos uno entre toda la parodia, fuera de ella y más allá aún de todo concepto, incluyendo la de ser uno. La totalidad de esta respuesta se deleita de paradojas al expresar con detalle una realidad de luz y oscuridad, de un aquí y allá incluyentes. Existir es el juego de ser individuos que dedican su multiplicidad para honrar el principio del único aquí.

Más allá de toda pasión vivimos relajados en una meditación constante que esclarece el fin de las cosas. Mantenerse firmes en la sabiduría desapega la visión de las obviedades. La paz es la maestra de todo lo que hace estruendo. Fuera de foco, las locuras se alejan inspirados por la alegría que se dedica a sonreír. La esperanza se sacia de la certeza de un conocimiento que no dice nada. Un misterio que no tiene a quién preguntar. Uno aquí, dueño de sí, siendo.

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