Insignificante trascendencia

Algún día preferiré morir. ¿No lo hacen todos, cuando el ciclo de la vida así lo dicta?

Algún día me olvidaré a mí mismo para entrar de lleno en el vacío que señala mi corazón y devolverlo todo.

Todo esto por lo que derramo sudor y sangre, todo esto por lo que imploro al nombre imaginario de la Trascendencia.

Mis deseos se esfumarán como una vela al soplo de mi efímera respiración. Mis vivencias quedarán atrás como lágrimas bajo la lluvia.

Mis sueños que me halan constantemente a realizarlos entre siempre intensas frustraciones, se verán finalmente desvalijados por mi innegable irrelevancia ante un universo infinito. Mi torpeza que les obstaculiza será una historia escrita en un libro de puras cenizas.

Habiendo vivido siempre hipnotizado por los ajetreos de la vida, ¿no debo empezar ahora a vivir realmente, sabiendo que este regalo es irrepetible y fugaz, y el sentido que le doy a mi vida será cortado para siempre por la inevitable cocechadora?

Y me levanto con entusiasmo cada día, decidido a no dejarme abatir, a dar lo mejor de mí, a conquistar el mundo.

Pero, por más que intento, no puedo cambiar nada.

El mundo sigue dando vueltas, mi sino sigue condenado siempre a levantar la misma piedra rutinariamente, honrando estar vivo pero dedicando mi vida al estrés de sobrevivirla.

Inevitable es el fin, como inevitable es el trayecto.

Mi experiencia de vida me trae ansias, mi deseo de saber vivirla me aleja de la paz. ¿Y qué hago ahora?

Y en mi diminuto mundo en el que sueño ser grande, el cielo sobre mi cabeza se hace notar.

Entonces no puedo evitar recordar: Esto también pasará.

Vivir sufriendo es también vivir.

Cada instante es un regalo, sea cual sea la circunstancia experimentada por mi ilusoria individualidad.

No sé adónde va la luz de la vela cuando ésta es apagada.

Pero mientras el aliento circule por mis venas, prefiero hoy vivir.

No Responses

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *