Inevitable Felicidad

Te digo por qué deberías estar feliz: Porque no hay esperanzas.

¿Qué problema habría que dedicarse a resolver si no existe una solución? ¿Por qué razón sacrificarías tu vida sabiendo que todo ideal está perdido? ¿Qué mayor felicidad que aceptar el determinismo del universo?

Pues te sigo diciendo: Estas condenado.

Amanecerá cada día y anochecerá cada tarde. Y nunca podrás ocultar el sol cuando sea mediodía ni podrás traerlo cuando sea de noche. Y nunca la montaña se moverá tres centímetros por mucho que la empujes, ni podrás cambiar una pizca de este despiadado mundo que se ha decidido a provocarte hasta las tripas a que lo quieras cambiar.

Tendrás que levantarte cada mañana a empujar la roca por la pendiente de la colina, para que ésta inevitablemente vuelva a caer, y debas entonces volver a empezar. Cada inhalación tendrás que exhalarla y, aunque no quieras, deberás volver a inhalar. La ley lo dice así, has de sembrar lo que quieras cosechar y cosechar para volver a sembrar. Así también lo que impulses hacia arriba, bajará, y lo que baje, lo tendrás que volver a impulsar.

Tu mente será un espacio para toda clase de pensamientos y emociones, y no podrás hacer nada para evitarlo. Tu cuerpo regresará a la tierra que nutrirá nuevos cuerpos, también mortales. Tan de seguro morirás y renacerás doblemente asegurado. Así tu rueda rodará y en cada círculo, su fuerza centrífuga te empujará para que de regreso vuelvas a centrarte. La espiral se elevará y de regreso todo volverá a caer.

Esto te digo: Estás condenado a existir.

Entonces, sin esperanzas de lograr algo podrás relajarte, pues nada de lo que hagas mejorará ninguna cosa. Podrás por fin disfrutar tu vida, pues ninguna de tus luchas obtendrá el resultado que ellas ansían. Podrás no defender que eres alguien, pues cualquier identidad a la que te agarres fallará estrepitosamente. Podrás respirar, pues es natural hacerlo.

Y te digo también: Estás condenado a trascender.

La rueda de aprendizaje atravesará zonas oscuras para volver de regreso a la luz, y el sufrimiento te arrastrará para que quieras con toda tu voluntad volver de regreso a la paz. El mango inevitablemente madurará y de su semilla el árbol florecerá hasta el cielo. No podrás hacer nada para evitar crecer, ni podrás impedir que la comprensión de tu consciencia despliegue su esplendor.

Y cuando vuelvas en tí y se reconozca en el mundo la gloria de tu ser, observarás por fin que, incluso cuando experimentaste en carne propia el determinismo del mundo, siempre fuiste libre.

Cuánta felicidad: No hay esperanzas.

sisifo

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