Hola, mundo

De todo el parque, elegí la zona más solitaria. Jardín de contemplación, creo que le llamaban. Parece que el mundo no estuvo receptivo a contemplar, así que el letrero desapareció.

Digo buscar silencio, aunque noto que vengo escuchando música con mi celular trizado. Busco tal vez que mis semejantes estén ausentes, aunque en mí huída del mundo solo puedo pensar en ellos.

Sin embargo, acá siento una frescura diferente. Como que no necesito comunicar nada a nadie mientras existo , como que no necesito aparentar nada frente a aquel complicado sistema social del que mis semejantes cuelgan por el cuello. Cuando ninguna mirada acusadora cuestiona mi espontaneidad individual, puedo relajarme. Entonces aquella desnudez prohibida me es por fin accesible.

Qué interesante me parece, retirarme a contemplar en soledad, lejos del mundo. Mis semejantes solo saben estar absortos en sus adormideras para seguir en su confuso tumulto, pienso. Qué interesante me parezco.

Pronto saco mi libreta de notas, el mismo celular trizado con el que escucho música por sobre el silencio del lugar, dispuesto a narrar mis grandes descubrimientos internos.

Ya estoy sentado contemplando, pero algo no cuadra. ¿No debería estar sintiendo paz?

Ya estoy desnudo frente al universo, algo trascendental tiene que ocurrir.

Esta sensación tan dolorosamente incómoda que es la soledad, tiene que recompensarme de alguna forma. ¿No es entregarse a ella el secreto de la plenitud?

Me impaciento. Al parecer, la paz es huidiza. Tal parece que la cordura es tímida y se hace esperar en fila detrás de toda mi locura. Y esperando, y desesperando, y por último perdiendo la esperanza, y después de lo último volviendo a esperar, contemplo mi desnudez.

Pero qué cruda es mi apariencia cuando me parece que no estoy aparentando. Al parecer, cuando contemplo la sencillez de quien soy, soy demasiado complicado. En ese lugar en donde busco paz, en ese lugar estoy desesperadamente obsesionado por buscar paz.

¿Y qué hago ahora? ¿Cómo aprendo a desnudarme por debajo de mi dolorosa desnudez?

Al escuchar mi pregunta mi contemplación parece expandirse, ahora un poco más allá de la cueva de mi individualidad. Una tímida luz me recompensa, no por mi apariencia de desnudez, sino por la honestidad de mi cuestionamiento:

Tal vez me sería apropiado encontrar algún semejante en el cual reflejarme.

Tal vez aquel mundo que me inspira miedo es mi hábitat dispuesto para encontrar paz.

Me detengo asombrado un momento, como que contemplando cómo la vida es aquello que me pasa mientras me dedico a huírle a la vida.

Algo me llama ahora.

Algo abre mi corazón ahora.

Le subo el volumen a mi celular trizado mientras salgo del solitario jardín, para cruzar el parque.

Salgo entonces al mundo, pues la vida me espera.