Henos aquí

Heme aquí en la Tierra, elevando un canto al Cielo.

Heme aquí en el Cielo, escuchando mi canto.

Así es como me escucho a mí escuchando, así es como me encuentro.

¿Cuánta búsqueda es necesaria para empezar a sonreír?

¿Cuántas nubes me tienen que atrapar para darme cuenta que estoy sobrevolando libre mis realidades más sólidas?

Pues escucha, mi canto alaba y agradece.

Pero también, mi canto añora.

Porque también, mi canto alaba y agradece mi añoranza.

Así es como descubro el vacío de mi alma, así es como escucho el canto de mis infiernos.

Añoro pues la meditativa mirada que contempla a mi corazón latir en paz. Añoro una alborada que no sea como todas, sino que sea la única alborada de ese día, así estar ahí presente para verla nacer y ascender a las alturas devorando mi sombra en el cénit.

Añoro sonreír.

Pero el vacío de mi alma no se llena, porque en mi alma va ahí ese vacío.

Es en mi vacío que habita mi Cielo.

Es en aceptar mi vacío que habito mi Tierra.

Así es como escucho la expresión de quién soy, así es como me encuentro.

Así, sobrevolándome libre a mí mismo.

Entonces, sonrío.

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