Hablo de amor. Porque el hambre de conocerme es mi llamado a entender esa incandescencia que impregna todo de perfección y gracia.
Hablo de paz. Porque la satisfacción de ser yo mismo enciende mi espíritu de perdón por mi hermano, por el mundo y por mí.
Hablo de pragmatismo. Porque hago la realidad en cada paso con la habilidad de mi agudeza y la claridad de mis objetivos.
Hablo de belleza. Porque el orden abre mis ojos a la grandeza de cada nota en su melodía y de cada estrella a su titilar.
Hablo de sinceridad. Porque la luminosa dureza de lo que veo sana mi necesidad de fantasear, de compadecerme y de creer.
Hablo de silencio. Porque aquí diminuto e ignorante ante la magnificencia esplendorosa de la vida, mejor no hablo nada.
No Responses