Escucha, caminante

Una sola instrucción dictan los grandes sabios y los libros ancestrales.

Pues, caminante, tu existir es un canto. Y la humanidad no es más que un gran coro de voces terrenales.

Y puedes rabiar, cuando quieras. Y puedes caerte más de dos veces. Y puedes perderte en todos los bosques de la China. Y puedes desafinar hasta el fondo de la galaxia.

Pero, mientras hagas lo que haces, escúchate.

No tienes que saber afinar. Naciste ignorante y lo sigues siendo.

No tienes que desgastarte en aprender. Naciste aprendiendo y lo sigues haciendo.

Primero detecta entonces, qué es eso que estás haciendo. En dónde está cada músculo, a quién obedece cada terminación nerviosa y cómo resuena lo que expresas entre el coro que suena a tu alrededor.

Y la intención de escuchar acallará tus berridos, así como apagas la radio de tu auto cuando no quieres chocar.

Y el escuchar traerá a ti el desastre que eres, la perdición que padeces. Escucharás tus flemas, tus pujas, tus lamentos y y la quebradiza entonación que intenta disimular todo aquello.

No hagas nada, caminante. Solo escucha.

No hacer nada es la gran instrucción que te regala la vida.

Pero qué dificil es. Porque los músculos se han habituado a funcionar mecánicamente, las terminaciones nerviosas están lanzando chispas al azar y la represión visceral impide tu resonancia.

Deberás pues contenerte. Así el capitán de un barco debe amarrarse para cruzar por entre las engañosas sirenas de aquel peligroso mar. Deberás dejar de hacer todo lo que estás haciendo, para escuchar mejor qué estás haciendo.

Y mientras más atentamente escuchas, cada célula de ti logrará escucharse también. Y cada célula comenzará entonces a crecer desde un conocimiento directo de sí misma.

Y cuando dejes de tratar, lo encontrarás. La vida que late en ti fluirá naturalmente por su cauce, obedeciendo a tu impostación.

Resonará por sí misma tu voz propia en este gran coro, siempre diverso, cambiante y desordenado, que es el mundo.

Volverá tu alma al timón de tu voluntad.

Cada célula armonizará su expresión propia con el coro que conforma tu única voz.

Y todo lo que harás será nada.

Pero todo lo que harás lo abarcará todo.

Una instrucción: no hagas nada. Y, caminante, no tienes que hacer nada más.

No Responses

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *