Entonces desactivamos las defensas ante el dolor…

Entonces desactivamos las defensas ante el dolor y nos lanzamos a experimentarlo con toda la valentía que merece el querer vivir. El corazón respira aliviado cuando lo abrimos al sentir incondicional de saber morir.

La rigidez llora resquebrajándose en un proceso de cristalización en el que desechamos toda autocompasión, miseria y arrepentimiento. Queda sólo el sentimiento, la percepción pura de la flama divina renovándose, conociéndose, creándose.

Despertamos al transcurrir de la existencia y nos levantamos a protagonizar las elecciones de los rumbos que colorean el lienzo de nuestro universo.

Entonces entendemos qué es el amor.

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