En mi entendimiento salta la sorpresa.

En mi entendimiento salta la sorpresa. ¿Quiénes somos en verdad? Porque yo crecí levantando mi espíritu sostenido por una fe inviolable en la humanidad. Apoyaba la integridad de mi ser en un muro que creía sólido. Somos luz, ¿qué mal podría acaso entrar en nuestros corazones?

Veo luego a mis hermanos cayendo en tentaciones vanas, ardiendo en hornos de venganzas irreflexivas y traicionando los altos valores que les forjaron como entes sagrados. Veo guerras, hambres y egoísmo. Veo un vacío que huye de todo, una oscuridad que teme que se descubra su falsedad.

Me veo a mí, ofendido por los males del mundo mientras yo también le odio. Me veo a mí hundido en señalar mientras cultivo una viga en mi ojo. Veo el agujero dentro que me insta a evadirme. Veo luego quién soy.

Y en mi entendimiento se asienta el asombro. No somos más ni menos que la pura verdad. Luz y oscuridad son sólo un medio que usamos para observar. Aquí un centro pleno que no se identifica con el miedo se funde en una acción silenciosa. Todo es tan leve en tanta eternidad. Todo está ya perdonado.

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