El niño

Un día rodeado de Selva,  camina triste el niño.
Sombras, encantos, sapos, culebras y gatos salvajes.
¡Pobre niño que huye acosado de  aquellos parajes!
No le protege el cielo ni hay perro que le de cariño.

Solitario el niño rechaza al mundo hinchado de dolor.
Necesaria tortura al vivir si proteges un tesoro.
Una luz guarda por sobre su vida, su valía y su decoro:
Inefable joya, el recuerdo de ser un ángel de amor .

Y qué miedo de golpearme, qué terror poderme caer
Si falla suena duro y cuando acierta duele más hondo.
Mejor me aíslo, mejor lo cierro, mejor me escondo.
La vulnerable lucesita que intocada debe permanecer.

Cuando entonces un hombre se le aparece en frente.
Ojos curiosos, frente sufrida, espalda cansada.
“¿Quién eres tú, que lloras igual que yo pero con papada?
¿De qué mundo vienes?, pues eres yo mismo en otro presente”

“Tranquilo, mi niño, vine contigo a encontrarte
No soy yo tu sueño, ni tu futuro ni alguna visión.
Sino tú eres el tesoro que yo guardo en mi corazón.
Mi luz inefable es el recuerdo de ser un infante”.

“Sigue adelante,  gran hombre en cuyo pecho habito.
Pues  yo, tu luz,  me creí oscuro añorándome  lejano.
Cuánto más luz eres tú, dueño de las montañas y del llano.
Que brille libre tu ser, vivo, auténtico, infinito”.