Dijo la abuela

Mirad, hijitos.

Andad derechos y portaos bien.

Pero mirad. Esta orden que os doy no es una imposición.

No consideréis el bien como el deber ser de vuestra vida.

Sino entonces el bien estaría automáticamente reducido a una imagen mental que urge por manifestarse sobre el presente, por encima incluso de vosotros mismos.

Cada intento de respirar en vuestra vida estaría condicionado por esta pantalla, lo cual bloquearía totalmente vuestra libertad de existir.

Mas sin embargo, yo os deseo el bien.

Mi oración es para que vosotros viváis vuestra existencia tal como lo dicta vuestro sagrado y autónomo corazón.

Y sí, los corazones necesitan romperse a veces, para renacer. Un corazón sano nace del vientre para sentir hambres, dolores, alegrías y los justos merecidos resultados de equivocarse como él decide libremente hacerlo.

Sí, equivocaos y pecad como podáis.

Pero velad siempre por vuestro bien.

Quiero decir, amad la vida. Amaos a vosotros que sois la vida. Reconoced que sois el amor a la vida que existe antes de la decisión de amar.

Mi anhelo de bien es el mismo que flamea dentro de vosotros. Así es como la vida se perpetúa bajo su tan personal ley de evolución.

Así también, mi herencia ancestral de matriarca ejerce la voluntad de alejar de vosotros cualquier oscuridad cuyo impulso de vida se oponga al vuestro en los términos más básicos de la ley de la selva.

Portaos bien.

No obedezcáis ninguna ley, ni aun la de la selva

Vuestro corazón sabe cuál es el bien para vosotros. Lo cual incluye equivocarse, y también corregir, y continuar, y brillar, y disfrutar plenamente vuestro efímero aliento.

No creáis en nada.

Aquello que es ley es imposible de romper. El resto, no es ley.

Las religiones están bien para empezar, mas cuando pronto, naturalmente, ceda el instinto de buscar la teta, aterrizaréis con la firmeza suficiente para trascender también el espectáculo político, las guerras y el hambre.

Aprended de las traiciones. No a desconfiar, sino a entrenaros como guerreros frente a los bichos depredadores que nos habitan.

Y si alguien os pida que hagáis el mal, alejaos. No os regañaré si os falta el carácter para hacerlo, solo invocaré la alarma organísmica de sobrevivir frente a un enemigo con el cual estáis siendo cómplice y víctima a la vez.

Portaros bien significa permanecer incondicionalmente en donde ya estáis, en el centro de quien sois, en vuestra naturaleza esencial de vida.

Solo hay que hacer caso una vez en la vida, pues solo se vive una vez.

Que vuestro Padre os bendiga, mis hijitos. Que florezca siempre vuestra majestad en su máximo esplendor.

No Responses

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *