Dijo el viejo hombrecillo parado a la veda de mi camino

Verás, caminante. Esta vida es básica para los seres humanos.

Permitiendo como obvio el deslumbre de lo que llamamos la tecnología y la cultura, somos 100% animales. Nuestro ADN pertenece a la familia de los simios, la cual evolucionó desde los simios unicelulares durante millones de intentos.

El punto es que, para nuestro andar como humanos, no existe otra ley que la de la Naturaleza, eterna rectora del orden de vida sobre la superficie del planeta Gaia. Resumiendo, sobrevive el más apto.

Y para ser aptos, nos dejamos organizar en colores, territorios y legislaciones. La sociedad que ya estaba aquí cuando nacimos es el resultado de nuestros pensamientos, que son la expresión sin filtros de nuestro grado de vibración global como raza. Y en una simultánea causa-efecto, nuestro abandono individualista a la realidad de nuestro Ser provoca una sociedad esclavista de sus propios creadores, conspiradora siempre en contra de nuestra supervivencia individual.

Dictado por la ley inviolable de la Naturaleza, somos individuos libres. Somos nativos dueños de nuestra vida y de nuestra libertad. Y ninguna circunstancia puede violar esta sagrada regla, aunque a veces no lo parezca.

Adicionalmente, como raza inscrita en la familia de los simios, la vida nos entrega un segundo don: La misión de velar por la supervivencia de nuestra especie. Y a pesar de que la primera regla es efectivamente inviolable, la segunda puede ser ahogada ideológicamente.

Mira, caminante. Aunque el Tao es eterno y no discrimina experiencias, en el mundo de los que caminan sobre la superficie del planeta Gaia existen claramente el bien y el mal. La referencia de que un camino es bueno es que te llevará a otro camino. Un camino es malo si solo te lleva a sí mismo.

Haciendo consciencia de esta premisa esencial podemos, individualmente y como raza, encontrar un camino en el que superamos el dominio de la ideología esclavista. Los políticos y los religiosos solo están jugando bien la regla de la Naturaleza, ser los más aptos para dominar.

En este escenario, donde nuestros pensamientos están sujetos a la fuerza superior que los depredadores imponen sobre nosotros, nuestra única esperanza es abrir los ojos, tanto a nuestra realidad divina para recordar la Autoridad absoluta de nuestra propia vida, como a nuestra realidad animal para recordar nuestra misión de sobrevivir. Así, desde ese instinto Consciente, superar la fuerza del más apto y logar el conocimiento inviolable de que somos individuos libres. La clave de todo es mirar bien.

Como raza somos también una entidad que por ahora se encuentra confundida de su individualidad, ignorando pues cómo organizar sus células por el camino de su propio bien. Pero eso es otra historia.

Mira bien, caminante. Mira el bien. No te dejes llevar por la bajadita. Sigue tu camino con bondad en el corazón y claridad en la mente para que alcances rumbos desconocidos.

Bendiciones para tu andar.

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