Detente

Se hace el camino al andar.

Y es que, ¿adónde te diriges, caminante? ¿Caminas para andar o para hacer el camino?

Cada cosa para cada cosa. Los cielos forman el cénit y dibujan los horizontes. La Tierra es una sola. La razón se mueve en el plano de la razón. La intuición tiene su propio campo. A ti, caminante, no te corresponde andar.

Solo has de responder a una pregunta para cruzar el puente: ¿Quién eres?

No necesitas ser fuerte ni voraz. No necesitas astucia ni agilidad. Tu persistencia estorba, tu determinación te arruina.

Mira primero, si quieres cruzar. El que lo hagas o no es inevitable, en el mundo de la inevitabilidad. Pero tu voluntad te empuja desde su propio campo.

Mira primero, en dónde estás. Qué camino estás haciendo al andar. Cuánto arte estás imponiendo en tu elegancia. Qué tan sistemáticos son los movimientos que dan forma al camino.

Mira primero, quién eres. Solo cuando estés en paz con la pregunta, podrás andar.

¿Importan los dolores de tus costillas? ¿Importa si en tu camino a conocerte, cruzas primero puentes tenebrosos y chocas con muros pesarosos? Importa, en el mundo de la importancia. Pero más acá el sol brilla por sobre los cielos, señalando el cénit, indicando que la Tierra está girando.

Más acá, los trabajadores están levantándose a trabajar, los durmientes están durmiendo, la rueda del molino está crujiendo laboriosa, los pájaros gorjean gozosos, la cascada sigue retumbando, y el puente está preguntando si será parte del camino que hagas en tu andar.

Respira en paz. Porque los pies van sobre la Tierra, la cabeza es protegida por los cielos, el canto vive en su propio campo, el corazón arde siempre con claridad en fuego flamante.

Y mira primero. Porque la senda que verás al volver la vista, no las has de pisar jamás.