Dentro de uno se enciende una chispa. El sentido de lo sagrado alumbra desde más allá del vacío trayendo una claridad al mundo superficial. Surge este respeto a todo lo que es, el cual se recompensa siendo acariciada la mirada con colores de vida. Saber, a eso sabe la vida.
Colocando cada cosa en su orden toma admiración el orden de cada cosa. El arte de estar vivo se aprende entregándose de pleno a actuar con responsabilidad en cada instante que se tenga en oportunidad. Aparece una visión de ampliar la capacidad de amar para comprender el tejido que lo entrelaza todo.
Olvidando la creencia de separación, uno observa la esencia del ir y venir matemático que crea las formas. Cuán hermoso es el sentir de una consciencia viajando por el infinito mar que une la diversidad total de las percepciones. Todo es uno naciendo fuera de uno. Todo es amor.
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