Dentro

Resiste, navegante. No cedas en tu misión.

Es vital que enciendas desde tus memorias has cultivado y te sumergas. Ya no hay vuelta atrás.

Mira hasta dónde has llegado, en busca de tu alma perdida. Has vivido penurias y sufrido hambre, se han cansado tus piernas y ha blanqueado tu mente. Has sacrificado días de júbilo y no has estado en aquella primavera cuando abrieron las flores bajo el atardecer.

Ahora concéntrate. Tu esfuerzo vale cada gota de sangre que has sudado.

Deja el último remanente de seguridad que te daba tu barca, toma la bocanada más profunda de coraje que te permitan tus alas, y entra en las profundidades del mar. Sumérgete en el dolor de tus entrañas

Sentirás la sorpresa del frío entorpeciendo tus huesos. Te abrumará el vértigo de hundirte sin fondo en las locuras de lo desconocido. La confusión será absorbida por tus venas gritando desolación.

Pero nada te vencerá realmente.

Es tu aventura. Escrita específicamente para ti, diseñado específicamente para ella.

Solo recuerda. No hay nada accidental ni cada tropezón es fortuito. Tu nombre está escrito en las branas de tu ser con letra de fuego. Tu misión ha sido contada por las leyendas ancestrales del poder que llevas.

Solo confía. No hay nada equivocado que puedas hacer, sino que en cada derrota avanzas más en la comprensión de tu omnipotencia. Cada movimiento que ensayas es un registro en la gran obra de la vida que estás apreciando ante ti.

Mira y encuéntrate. Has viajado tanto para llegar justo adonde algún día te perdiste. Te perdiste tanto justo buscando el fondo de ti mismo. Has llegado hasta aquí para comprobar por ti mismo que nunca te fuiste.

En medio de la pesadilla, escucha el avecilla que gorjea tras la ventana. En lo impenetrable de las tinieblas, intuye la chispa de gozo que te has prohibido intentando comprender las tinieblas. En el ajetreo por la supervivencia, siéntate y contempla la paz que emana la plenitud de tu esencia.

Y llegarás a las estrellas, solo estando en quietud. Y lleno de ti sobrevolarás las primaveras abriendo a tu paso las flores del atardecer. Y sabiendo quién eres cantarás desde las montañas las bendiciones a tu existencia eterna.

Y volverás a tu hogar, de donde nunca te fuiste.