Clamor

¿Y qué es aquello por lo que clama mi corazón?

Déjame escucharle, monstruoso mundo. Acállate un poco para poder ponerme atención.

Porque hasta donde he logrado ver en mi desesperado esfuerzo, solo he reconocido que no sé qué quiero.

Vivo sin saber quién soy, sin un piso bajo mis pies ni una piedra bajo mi cabeza. Vivo en una cotidianidad vacía, desvivido por una competencia absurda por mi supervivencia, absorto en un drama ridículo por intentar sostener mi historia personal, mi status social y el nombre de mi identidad.

He seguido a aquellos que me prometen utopías y les he huido cuando cumplen sus intenciones con crudo realismo. He luchado bajo la tormenta para lograr despejar los cielos y solo he recibido más truenos y relámpagos. He promulgado moralismos buscando una paz que no conozco pero fantaseo con haberla encontrado hablando como si la conociera.

¿Qué dices, corazón? ¿Qué quieres expresar cuando quemas mi pecho, acelerando con tu ritmo el mareo que me provoca dar tantas vueltas corriendo en círculos de tanto dolor?

Mas me doy la vuelta y me detengo. Me aparto del mundo para contemplar el misterio que late dentro de mí.

No puedo detener la rueda que cierne repetitivas pesadillas sobre mí, pero puedo detenerme yo mismo. No puedo cambiar nada, pero puedo contemplar aquello que es. No puedo dejar de percibir lo más estruendoso, pero puedo antes de ello escuchar lo más cercano.

El esfuerzo cesa. No porque cese mi esfuerzo, sino porque uso el esfuerzo para, en cada instante, no hacer esfuerzo.

Y escucho mi corazón.

Dentro de mí, bajo una polvorienta capa de emociones inconclusas, lamentos azarosos de una historia mal escrita, y bajo la impotencia fútil de controlar mi voz, clama en el desierto mi chispa de vida.

Escucho entonces que el canto de mi ser no era dolor, es agradecimiento.

El fuego de mi esencia brilla en bendiciones, en claridad, en alegría.

Levanto mi cabeza, abro mi pecho, despejo mi garganta. Mi corazón está cantando.

Gracias, mundo. Gracias, corazón. Gracias, incondicional e inefable paz.

No Responses

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *