Bienestar

Respira. Todo está bien.

Y no es que todo parezca bien. Cuando más los vientos del mundo agitan el pequeño nido que consiente tus entrañas, es cuando la sabiduría calmada ha de prevalecer para establecer que todo bien.

El sol saldrá, te lo aseguro. No depende de ti. Así ha sido designado por las leyes del Universo.

¿Qué sueñas? No importa.

Tengas sueños de cielos violetas, dioses acogedores y estrellas divinas o te atormenten las pesadillas con sus fantasmas de sombras largas y miradas acusadoras. No importa.

Poco a poco el metabolismo del cuerpo irá despertando delucidando que nada de lo que estás experimentando es real. Recordarás de entre tanto personaje que viene y se desvanece, quién es el que está soñándolos.

Empezarás sintiendo las patitas, o el pico, o el oído que desde el centro te ha estado mirando dormir.

Y se abrirán tus ojos, abandonando al olvido todos los escenarios que antes deslumbraban con tanta vividez la impresionabilidad de tus párpados.

Y verás que todo está bien.

¿Te quedarás quieto, viendo las montañas florecer a tu alrededor?

Tal vez no, ya que querrás saltar de tu cama sin ver ante ti más que un abismo desconocido.

Inevitablemente te lanzarás para saber que sabes volar. Tu despertar será aterrador.

Pero se alzarán tus alas y tu fuerza seguirá tu voluntad. Conocerá tu izquierda lo que hace tu derecha. Comprobarás con firmeza las alturas de tu irrefenable destino.

El vigor en tus músculos darán forma a tu camino y nada será lejano para ti. Y el gorjeo de tu pecho cantará alabanzas al amanecer.

Mientras tanto, confía.

Todo está bien.