Amor a la vida

Un objetivo: El fin de toda lucha. Una motivación: El amor a la vida.


Uno me lleva a las ciudad a luchar, el otro me lleva a las montañas a meditar.


Ambos entretejidos, invocan a los dioses que determinan nuestros caminos, nuestras encrucijadas y nuestras intersecciones. Ambos, me traen a la ciudad a meditar.


Vamos. Luchemos juntos por amor a la vida.


Vamos. Las intersecciones son auspiciosas, pero pueden pasar desapercibidas entre las malezas que hace el caminante al andar.


El ave que nos lleva a lo desconocido toca la puerta una última vez, y sigue luego volando su camino. Seamos más rápidos que nuestro subconsciente luchador y soltemos el mundo.


El fin de toda lucha llega a mí cuando aprenda a luchar sin luchar, cuando aprenda a cantar sin esfuerzo.


Y todo esfuerzo llega naturalmente a su fin. Por tanto, cada una de mis acciones llega naturalmente a la paz.


Pero no camino porque debo caminar, camino porque quiero.


Así que el sol sale cuando quiero y la noche oculta las piedras bajo mis pies cuando yo elijo no verlas. Así que cada camino determinado por los dioses es exactamente el de mi propia elección.


En la noche, cierro los ojos y soy fuego. En el día, abro los ojos y soy la vida que me llena y me rodea impresionante. El claro de luna ilumina mi ser a medida que ese pedazo de queso se eleva detrás de mí.


Cuando el vacío me hizo ver el vaso, no estaba medio lleno ni medio vacío, estaba pleno hasta el tope. Aquí te voy, ave que me lleva a lo desconocido.


Del otro lado de mi salto no existo yo, solo existe el amor a la vida.

No nos mueve un objetivo, nos mueve una motivación. Una motivación común nos lleva a encontrarnos.

Lleva agua. El camino que queremos es largo y culebrero.

No Responses

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *