Agobiado, decido perdonar.

Agobiado, decido perdonar. El mundo se suspende para luego suspirar a rodillas libre de todo peso foráneo. Siento el ardor de la herida dándose cuenta de su propio sentir. Un volcán de improperios se ve ahumando energía a un lugar llamado luz. Transformando el odio en tolerancia. Ascendiendo las culpas por la columna vertebral sosteniéndome vertical. El sol alumbra cálido en una tarde montañosa llena de frutos y semilla.

La energía del amor rodea mi preocupación llevándolo a la ebullición hacia un aire tintineante que expresa la llama divina. Candente soy asistido por ancestrales sonrisas sutiles que agradecen que salgo de una cárcel. El egregor que exhalo irradia en jazmines y luz de vida. Qué alegría es existir.

Aquí de rodillas poso la frente sobre la Tierra sonriéndole a la inmensidad de su candor de paz. Soy su hijo pródigo que vuelve a su vientre para seguir creciendo sobre mis pies. Gracias, eternidad, por la elegancia con que despliegas la magnitud de tu infinita majestad. Gracias, amor, por retribuir la fuerza con que levanto tu espada. Gracias, perdón, por ser.

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