¿Por qué, corazón mío?

¿Por qué, corazón mío?

¿Por qué brillas con tanta fuerza que me estremeces?

¿Por qué bañas de belleza sin condiciones todo lo que tocas ?

Ténme un poco de compasión.

Dame un minuto más para revolcarme en mi cómoda miseria.

Mi pereza no me deja despegar mis párpados todavía.

Toda esa luz me ciega, existencia divina.

Es más fácil dejarme llevar dormido por mis impulsos y sensaciones.

Es más simple creerme mis pensamientos y olvidar mi voluntad.

¿Por qué insistes, ardor de mi pecho?

¿Qué tienes para mostrarme?

¿Qué es ese sol que palpita lleno de vida y color desde dentro de mí?

Qué inflexible eres.

Tu vibrar satura sin piedad mi mente que desentumece gradualmente.

Está bien, te escucharé.

Abriré mis ojos y te contemplaré.

Pararé de bostezar y me levantaré a ordenar mis cosas.

Encontraré miradas hermanas y sonreiré.

Realizaré con afán mis labores y mis tareas y bendeciré este día.

Gracias, corazón.

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