Entonces, me rozó una chispa de comprensión: Soy yo el saboteador.
Hablo tanto de amor sin yo atreverme a vivir lo que es. Hablo de paz y de libertad cuando yo dentro de mí tengo aprisionado sin cuartel la natural respiración de mi corazón.
Te pido que seas feliz desde mi oscura madriguera de postegar mi propia felicidad. Te pido que cambies tú en vez de tratar de cambiar a los demás, mientras yo me revuelco de contrariedad porque tú no quieres cambiar.
Empujo y halo. Digo y contradigo. Hago y deshago. Pongo la intención sin poner atención. Personifico una comedia y me agarro a llorar.
Qué humano soy yo.
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