Qué alivio llega cuando me relajo firme sobre mis pies.

Qué alivio llega cuando me relajo firme sobre mis pies. Qué paz fluye cuando mi espalda respeta la disciplina que le levanta. Cuánto amor brilla cuando centro mi voluntad en el bien del saber vivir.

Cierro los ojos para observar en mi interior mis impulsos más oscuros, mis emociones más desordenadas, mi sencillez más cristalina y mi luz más diáfana. Los abro luego para entregarte y dedicarte a ti nada más y solamente la amable belleza que cultivo desde la sinceridad de mí mismo.

Gracias a ti por el fulgor de tu mirada, por el esfuerzo de tu camino, por el despertar de tu consciencia. Gracias por compartir esa chispa que te hace vivir y ese fuego que tú haces vivir. Gracias por estar aquí.

No Responses

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *