Abrí los ojos. Todo un mundo apareció ante mi sorpresa.
Era verde de vida, florido de alegría y azul de celestial. Y lo habitaban seres iguales a mí, cada quien en su proceso de aprendizaje, sanación y reencuentro. Cualquier obstáculo era por nuestro crecimiento. Todo lo que vivíamos era una bendición embriagante de agradecer.
Aquel mundo maravilloso se llamaba Aquí y Ahora.
Allí fue donde borré mis sueños de culpas, dramas y lamentos.
Así, mirando la vida ocurrir.
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