Bosteza el destapar de la noche que cierra su ciclo…

Bosteza el destapar de la noche que cierra su ciclo anunciando el aroma de un sueño que he de vivirlo despierto.

¡Tantos problemas, tanto mareo, tanto malestar! ¿Qué hacer cuando todo parece cercarme en confusión tal que olvida que lo negro no es más que mi ceguera?

Y el canto del gallo me explica que he de negarme, he de dejar de creer en lo aparente de mis sensaciones, he de cuestionar la evidencia de mis certidumbres. Mientras no veo más que el sólido mundo de mi ruindad, en mi levantamiento lo proclamo entonces un mundo ilusorio y fantasmal.

¿Y qué más hay? ¿Dónde encuentro el oriente que me señala el origen de la luz? ¿De dónde saco fuerzas, voluntad, fe, coraje?

Y el canto del ruiseñor me explica que el sol de mi amanecer se llama alegría del corazón. No he de pedir nada para mí sino dar todo lo que tengo. Existir es la extensión de los firmamentos que enclarecen en su momento.

La magia brota de mis pensamientos entre nubes naranjas, intenciones celestes, mirada transparente. Creo desde mi potestad un campo de flores que renace de vida, pigmentos y sencillez.

La vida multiplica en vida y me desbordo de sonrisas que brillan hacia la incondicionalidad del discernimiento justo. ¿Qué más necesito?

Y el canto de mi alegría me explica que vine para amar, de día y de noche, a diestra y siniestra. Suspira el celebrar de la divina luz de mi realidad que siempre ha resplandecido aquí gozosa, despierta, libre.

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