No tienes por qué ser feliz.
Pero haz la prueba de pasar de todo.
Observa el cambiante transcurrir de la ilusión.
Mira sin involucrarte cómo las cosas vienen y se van.
Deja a un lado las preocupaciones y los miedos.
Ignora tus tristezas y tus dolores.
No te sientas aludido ante las ofensas y las injusticias.
No tengas lástima de tus sufrimientos y tu pesar.
Despójate de quejas, protestas y deberías.
Olvídate del pasado, del futuro, e incluso del presente.
¿Qué te queda, sino ser feliz?
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