Santa palabra

Esta es la buena nueva: Que el Reino de los Cielos ya está aquí.

Aquí está la Gracia recorriendo tus venas, moviendo las aguas, enfrentándote una y otra vez al abismo de lo desconocido invitándote con intensidad a que sueltes cualquier apego a que la vida enfrente de ti sea diferente a como es.

Cuenta cuántas caras puedes ofrecerle al mundo, siendo que el mundo es tan diverso, tan rosado a veces, tan negro si lo niegas, tan verde cuando lo miras, tan vacío cuando lo observas, pero que en su contradicción que te impregna en confusión es tan solo el espejismo de lo que tú te crees capaz de ofrecerle desde tu único albedrío.

Porque, ¿qué crees de ti mismo? ¿Eres para ti una criatura fea, rechazado por sus padres, atrapado en una miseria tan miserable pero tan merecida? ¿O has logrado ver el resplandor de tu alma y buscas discernir qué eres tú en su pureza de las ideas que has recogido en tu crianza de ti mismo? ¿Será que te consideras preso de tus propios pensamientos y por tanto todos tus pensamientos son una lucha encarnizada por la libertad?

Mira que ya eres libre. Tus pensamientos e ideas son las cosas que tú estás libremente eligiendo escribir.

Eres la luz de los Cielos que bajó al infierno donde la presión de veinte mil atmósferas está exprimiendo cada lágrima de tu dolor y lo agradezcas con amor, tal que cuando el gran Juez te pese, seas más ligero que la pluma. Y te eleves a la potestad de tu plena voluntad, enseñando a los demonios que tu mano firme no castiga pero sí dirige.

Perdónate a ti mismo, porque así sabrás lo que haces.

No te culpes por tus rabietas, no te insultes por la dolencia que viniste a sanar. Todos nos hundimos al averno donde reina el crujir de dientes, todos llevamos la huella de vivir en un mundo frío a veces, despiadado si lo buscas. Todos tenemos asignada una tarea.

¿Puedes lograrlo? Ya lo hiciste. Ánimos, que el éxito es seguro. Las eternidades del purgatorio duran hasta que tú mismo lo decidas. No son pocos los elegidos, son pocos los que eligen levantarse y decir: Voy, sobre viento y marea, estoy aquí.

Déjate vivir, que la vida sabe dónde llevarte. Déjate tragar por el abismo y apacigua toda resistencia. Tu tarea es no hacer nada. ¿O te molesta acaso que no tengas que hacer nada, cuando en tu sufrimiento te urge entrar en acción?

Entra en acción, pero no hagas nada. Ama tu vida, que está llena de Gracia.

Ríndete a tu Ser, pues eres el Reino de tus Cielos que ya está aquí.