Así

Así como al cruzar un bosque mis pasos se pierden, y aun cuando mi destino es cruzar, observo cada paso, cada flor me avisa silenciosa de su presencia, el pasto rezuma un cálido sereno, y me sorprendo saludando a los árboles a mi alrededor sin querer todavìa cruzar, olvidando mi destino que me lleva.

Así como cuando las células y órganos que me componen anhelan despertar, por lo cual claman su dolor. A mí primero me compadecen para luego yo compadecerme a mí, hasta que trago en la garganta y me animo a abrir dentro de mí sus ojos, integrando su dolor en mi capacidad de escucharles calmado.

Así como cuando el sueño me devora, me entretiene y confunde, pero yo oigo que un llamado frente a la cama y uso toda mi presteza para luchar con la somnolencia, atravesar aquel tunel nebuloso e intentar volver la mirada, o al menos perfilar una sonrisa que exprese: Estoy aquí.

Así como cuando la flor en el desierto decide confiar el tesoro más sagrado de su existencia a los azares de la locura, y llena de miedo y oscuridad abre sus pétalos a los peligros de estar viva pero también las bendiciones de un sol que no deja de nutrir.

Así como un volcán que surge en el lugar que le dio potestad para surgir, y al hacerlo todo aquel lugar es transformado bajo su gracia a través de procesos dramáticos y tenebrosos que pronto ceden porque la fuente del calor es quien respira indetenible y sublime.

Así como cuando sé que todo está bien y que haga lo que haga no podré evitar mi destino, así que hago lo que hago sin nada más que cumplir siendo quien soy y levantarme cada mañana a regar los geranios.

Así como cuando me siento frente al fuego y por un momento no existe el mundo, ni existe la imaginación, ni nacieron jamás los demonios, ni ocurren mis células u órganos, ni aun yo soy nadie. Pero incandescente, el fuego sigue brillando.