Ah, Verdad

Y la Verdad nos hace libres. ¿Pero por qué no respondieron la pregunta de qué es la Verdad?

Tenemos dos miradas bipolares, y una más que trasciende a estas.

La realidad esencial del Universo es difícil de precisar. Por un lado es relativa y exacta, por el otro es cuánticamente caótica. Ambas realidades se contradicen pero se cumplen conviviendo en esa diminuta ventana por la que alcanzan a mirar nuestros curiosos ojos. Al final no hemos visto más que vacío, un vacío que vibra desde una Existencia dudosa pero Verdadera.

Así que podríamos decir que nuestra mirada objetiva evidencia a la Nada como única Verdad reconocible. Si la vibración de ese vacío construye el mundo que vemos es porque la realidad obedece ciertas leyes determinadas por algo más allá de todas las dimensiones posibles del espacio-tiempo. Leyes absolutas e incorruptibles, pero simuladas.

Nuestra mirada subjetiva evidencia una realidad diferente. Somos seres humanos que perciben el mundo limitados por un cuerpo-mente bañado de emociones, ideas y anhelos.

Nuestro primer principio como seres biológicos, es la vida. Nos dirige un instinto de continuar la raza a través del tiempo, tal como corresponde a los animales biológicos que somos. Nuestra construcción básica de la realidad sigue esta dirección a nivel inconsciente, y amplía su territorio a través de la diversidad de personalidades psicológicas que piensan, dicen y actúan. Rasgos heredados en perfecto algoritmo inteligente desde que nacimos amebas.

En nuestro primitivismo animal, resaltando, caemos en supersticiones que tratan de sobrevivir hablándonos de dioses supernaturales, de un Dios paternal y todopoderoso, el cual es reflejo de nuestras carencias al convivir con nuestra muerte.

Nuestro segundo principio, como individuos, es la libertad. No sabemos lo que es, pero sin ella, la muerte nos vence. Nuestra necesidad primordial, luego de estar vivos, es la de ser eso que sabemos es nuestro máximo potencial de ser. Cuando nos parece que alguien se interpone protestamos, por supuesto. Pero cuando somos solo externamente libres, continúa o hasta se incrementa nuestra sed.

Una mirada de libertad más íntima podría ser la de trascender deliberadamente esas personalidades psicológicas para así pensar, decir y actuar libremente. Podría ser no limitar nuestra percepción conceptual y vivencial de la realidad a lo que nos informan los sentidos del cuerpo-mente. Negarse a sí mismos para abrirnos a lo incognoscible. Podría ser reconocer la Verdad de que la única realidad es la Nada, que solo existe la Existencia sin nadie que esté existiendo.

Nuestra mirada ve que somos polvo de estrellas. Partículas reconstituidas en una maquinaria que es una célula ínfima de una máquina mayor, que gira alrededor de estructuras cada vez más grandes y complejas.

Pero no somos lo que nuestra mirada ve, somos desde donde brota nuestra mirada. Es inevitable notar que todas esas partículas de Nada que existen, son conscientes. Y eso, la consciencia de existir, es la Verdad que nos hace libres. Por la simple pero indiscutible realidad de que no existiríamos sin estar conscientes de que existimos.

Somos libres de cualquier identificación en el espacio-tiempo. No somos el polvo que se lleva el viento cósmico. Somos la consciencia que habita en él. Somos el Universo hecho biología. Somos el Ojo que hace que la realidad ocurra al observarla. Somos la Verdad.

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