Fue la noche y el día del mundo moderno

Érase una vez Quetzacoatl, la gran serpiente emplumada, kundalini del mundo y fuerza vital del ser humano, aquel que al morderse la cola completa los ciclos.

El poderoso dragón de fuego, en aquella ocasión, sobrevoló la Tierra sembrando la noche.

La oscuridad cernió sobre el hombre, trayendo en ella el sueño, la niebla frente a la consciencia que se mece adormecedora, arrastrando tras de sí la perdición, la creencia de ser “alguien” separado del Universo.

La división individual se expresó en conflicto mundial. La torre de Babel creció hasta los cielos, y creció confusa, pues dos “alguien” separados uno del otro nunca lograrán comprenderse.

Las guerras arreciaron, presos los jefes de intereses personales, y presos los soldados de la ceguera del idealismo. La manipulación política comenzó, los países dibujaron sus fronteras en un mapa imaginario con el que nadie estuvo de acuerdo. El sistema reptiliano tomó posesión de la especie, con el fin de exprimirla hasta que reviente.

Solo grupos selectos, escasos pero firmes, consiguieron no olvidar el origen de su existencia y velaron alrededor de la llama, la consciencia de la Unidad. Selvas, montañas y desiertos fueron su esotérica guarida.

Pero el hombre que se hizo llamar moderno, siguió durmiendo. Se forjó el hierro, se sintetizó el plástico, pocetas y asfalto distanciaron al arrogante animal erecto de su olvidada madre Tierra. La amenaza nuclear irrigó el miedo por entre aquellos que se le rindieron.Y las catástrofes mundiales se acercaron, urgiendo al instinto que busca salvajemente una supervivencia desesperada.

Érase entonces que la impetuosa serpiente regresó al mundo, anunciando el añorado amanecer. Llegó cabalgando al primer rayo de sol que comenzó a penetrar las profundidades contraídas de la consciencia humana.

Primero, una esperanza escuchada por pocos. Luego, un sueño compartido por algunos. El hombre ha comenzado a sensibilizarse ante la violencia y el odio, y ha logrado que la ira y la matanza se sientan abrumadoras para él. Nacieron entonces diversos grupos que se intentaron rebelar ante la dureza del régimen social establecido. Hippies, activistas, pacifistas, fraternidades. Ideas, luces, planes, ensoñanzas.

Aquellas centellas de voluntad, ciertamente decayeron. La propuesta de la Nueva Era, que principió escuchando el aviso del amanecer, se deformó en fórmulas facilistas, ilusiones de espiritualidad, y nubes orínicas de amor. El impulso del LSD de Hoffman y el Peyote de Castaneda, disminuyó hasta el liberalismo inmaduro de dejarse llevar por la deriva.

Alguna luz siguió llegando, sin embargo. Una gran noticia fue abriéndose camino, obsequiándole al caminante la posibilidad de conocer la gran Verdad de su Libertad. Una sencilla entrega a la contemplanza de su Ser, le está devolviendo poco a poco su dignidad divina.

En este orden de cosas, el gran dragón de los cielos autoriza a la madre serpiente de la Tierra a tocar el corazón de sus hijos. Las milenarios guardianes, encabezados por las medicinas ancestrales, invaden el mundo. Salen de las selvas, bajan de las montañas, viajan desde el desierto. El sistema moderno de pensamiento se trastabilla cuando el hombre va dándose cuenta de que su preciado mundo es un sueño y que él es Uno con todo lo que existe.

Indios y mestizos, les llamaron. Unos, que vienen vibrando de aquel sagrado oasis, se van impregnando en cambio de modernismo, olvidando rápidamente de dónde vienen. Los otros, perdidos en su bruma personal, van al mismo ritmo heredando la antorcha del conocimiento, uniéndose a vivenciar la honra mística a su madre Tierra.

Pero el mestizo es, por el momento, torpe y dubitativo. Aquella tormenta escabrosa percibida como tendencia a la comodidad y sumisión al individualismo, aún le acosa terrorífica y sigilosa. Los que se levantan como guardianes del saber, no se acordaron que para hacerlo primero tienen que saber. Se animaron a asumir el manejo de fuerzas exhorbitantes sin antes mirar el humilde poder que habita en su corazón. El liberalismo, los clichés New Age, y los valores sociales de irreflexibilidad, debilitan la fijeza de su mirada.

La esperanza no se pierde

Llegarán las catástrofes mundiales y las hambrunas. El sistema de dominio masivo exprimirá a sus esclavos hasta que revienten, o hasta que la urgencia de su supervivencia desesperada le empuje, sin otra opción, a despertar.

El hombre moderno asumirá el conocimiento, y recibirá decorosamente la comparecencia inexorable del padre Sol a su consciencia. Las medicinas milenarias de la madre Tierra saciarán la sed de todo aquel que quiera ser incondicionalmente feliz y vivir en paz el gozo de su Unidad Universal.

Y Neo sacrificará su vida para que la guerra termine. Aquellos que ya hayan conocido la Muerte, son los que continuarán sosteniendo la alabanza a la Vida. Aquellos que se abandonen a sí mismos para regresar al conocimiento de sí mismos, serán siempre Uno con la eterna mismidad. Aquellos que se lancen sin dudar al Abismo, se llenarán de Vacío. El Vacío nunca muere y ellos tampoco lo harán.

Quetzacoatl aletea victorio aquel día, bañando de luz al mundo.

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