Equilibrio – Punto 1

Hay un punto en la estructura experiencial de toda individualización, un centro alrededor del cual se sostiene un universo en equilibrio.

En el ser humano, la evidencia de ese punto se forma desde la oscuridad llamada desequilibrio.

Hay un segundo punto, que complementa al primero, un centro alrededor del cual se sostiene el desequilibrio del universo.

Claro, ambos puntos se equilibran mutuamente. Si el universo contuviera solo una polaridad, colapsaría. Por tanto, el equilibrio del universo consiste en que se manifiesten, en la misma intensidad, tanto el equilibrio como el desequilibrio.

El desequilibrio humano se manifiesta como un pensamiento. Uno entre muchos que revolotean el mundo psíquico propio del ser humano. Tal mundo, habitada por infinitas tensiones mentales y colisiones neuronales, se sostiene, pese a la diversidad contradictoria de su fauna energética, en perfecto equilibrio.

La chispa que enciende el desequilibrio en la mente humana es un pensamiento que afirma en nombre de una identidad pensada: “Estoy en desequilibrio”.

Así, la polaridad del desequilibrio, regla universal presente en la vida cotidiana de todo ser humano, consiste en un pensamiento iluso que inventa, sobre el lienzo de una mente pensada, tal desequilibrio.

El punto del equilibrio, sostenido en el universo por la convivencia armoniosa de las dos polaridades, depende entonces de la existencia del desequilibrio. Pero, como ya mencionamos, el desequilibrio es ilusión, el sostén del punto del equilibrio también lo es.

El punto “Estoy en desequilibrio”, sostiene un universo habitado por pensamientos, exactamente igual al universo en equilibrio, con la excepción de que cada pensamiento defiende la idea pensada de estar en desequilibrio.

Esta idea es la llamada Velo de Maya, Samsara, Matrix, o más comúnmente, Persona.

Este velo, cuya misión es impedir la visión congruente en el experimentar de la realidad, es, en la expresión práctica de un ser humano, lo que llamamos como Insinceridad.

Me miento, ergo existo.

Es justamente esta tensión que arde entre la interrelación, en un solo espacio existencial, de dos polaridades opuestas, quien provee de energía a nuestro aliento de vida en un plano que responde a la idea de realidad humana.

¡Y pensar cuán codiciada parecía la idea de que la búsqueda de equilibrio era enemistarse en contra el desequilibrio! Resultó que el universo, conteniendo en su mente igual cantidad de desequilibrio, se mantiene por la eternidad en perfecto equilibrio.

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